A veces simplemente no estamos preparados para el amor.
¿No os ha pasado nunca el estar en una relación con una persona y cuando intenta pasar al siguiente nivel de compromiso, salís corriendo? A mí me ha ocurrido al menos una vez.
Yo estaba tranquilamente con el único chico del que sabía que no me iba a enamorar, cuidadosamente escogido entre los que me rodeaban. Mentira, fue él quien me escogió, pero si hubiera podido pillarme no creo que la cosa hubiera llegado hasta el punto en el que estaba.
El punto es ¿cómo lo hace uno para acabar con la única persona de la que no se va a enamorar? Parece un sinsentido, pero la respuesta es fácil: MIEDO. Más concretamente, miedo al dolor. Pero, ¿no es eos, al fin y al cabo, a lo que todos tememos?
Fue la relación más sencilla de mi vida. Si él estaba... bien, pero si no, también. Si me llamaba, perfeto, pero si no lo hacia, sin problema. Sin embargo, me faltaban esas mariposas en el estómago y fallaba en la entrega. Mis deseos eran órdenes para él y satisfacía hasta mi más mínico capricho. No es que le tuviera esclavizado, es que era feliz haciéndome feliz. Y ¿no es eso amor?
Pero yo no sentía amor. ¿Él sí? ¿Cómo se sentía? Empecé a pensarlo el día que me dijo que deberíamos cambiar algunas cosas de mi habitación y así estaría más bonita. Y yo le dije que solamente serían unos meses y que después me iría. Y a él se le ensombreció la mirada. Quería hacer reformas en MI casa, es más, en mi casa TEMPORAL para que yo estuviera más cómoda. ¿Y si se estaba enamorando?
No, no podía ser, el poco tiempo, la lengua, la diferencia de edad...
Foto: Pisa
[** "Nunca" para ti es "Quizás", yo no me equivocaba**]
No hay comentarios:
Publicar un comentario