Diréis que soy yo la que tiene manía a los gafapasta.
Gafapasta: dícese del intelectualoide cultureta. Cada vez más extendido porque ahora precisamente es moda llevar gafas con montura de pasta en este estilo.
Diréis que soy yo la que tiene manía a los gafapasta. Buen, pues no, suposición errónea. Meec. Hay un cierto tipo de gafapasta entrañable, despistadillo, desaliñado, el genuino, vamos, que es un friki normalito, y que me encanta.
Pero hay otro tipo con el que es cierto que no puedo. Ése que se piensa superior a los demás y así lo demuestra. Que lo cree, no que lo sea.
La verdad es que yo normalmente me he encontrado con hombres de este tipo. Aunque supongo que también habrá mujeres. Y normalmente eran más bien poco agraciados. Que también los habrá guapérrimos, no lo discuto. El caso es que un buen día se compran unas gafas de montura de pasta, se miran al espejo y se dan cuenta de que tienen un cierto aire intelectual. Y se dicen en voz alta: "ey, parezco un intelectual". Y así empiezan. Y al final las gafapasta se adueñan de su personalidad, empiezan a mirar a la gente por encima de ellas; sólo leen libros de Kafka y Murakami y únicamente ven cine de autor.
Bien, todos estos prolegómenos eran sólo para poneros en situación y que entendiérais de dónde surge el gafapastismo, tendencia en auge.
Al grano. El grano es que el otro día asistí a una conversación que ni siquiera podía creer que fuera real. Tres o cuatro personas con gafas de esas, las manos regodetas y gesticulantes, se disputaban el título de freak del día en una vehemente discusión sobre si al protagonista de Los 400 golpes de Truffaut le quería o no su madre. Casi llega la sangre al río.
Claro, predicamos la filosofía postmoderna en la que todo vale, cada cabeza cada sentencia, todas las opiniones son válidas y no vamos a juzgar porque todo nos parece bien, somos pacíficos y tolerantes; pero montamos un señor pollo (por no decir un pollazo) porque no podemos ponernos de acuerdo en una cosa que es de por sí SUBJETIVA. Aquí cada uno quiere llevar el agua a su molino, y esta discusión estaba siendo el orgasmo del gafapasta por antonomasia.
El resto de los asistentes a esta pantomima nos mirábamos estupefactos y pensábamos en la cantidad de cosas realmente importantes que ocurren en el mundo, que pasan y no deberían pasar, y que asumimos como normales y no nos paramos a pensar y mucho menos a discutir sobre ellas.
A veces los árboles no nos dejan ver el bosque y nos perdemos en los detalles. Esa conversación fue el culmen del gafapastismo.
Mi comentario es pedante, no muy agudo ni incisivo y demasiado largo. Pero al menos no miro a nadie por encima de las gafas. Y eso que son de pasta desde antes de que se llevaran. Y el de Los 400 golpes lo que necesitaba era una hostia a tiempo.
[**Hoy es uno de esos días en que mandaría todo a hacer puñetas. Incluso firmaría con placer el acta de mi rendición.**]
Foto: Parco Cavalieri di Vittorio Veneto
Eres una grande sin más...correcta y acertada!!!el clímax del gafapastismo...no se porque el corrector me lo pone el rojo, debería estar aceptado este término ya que cada vez es más común!!!
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