¿No habéis oído hablar nunca del Festival de la Pelusa? ¿No? ¿Seguro? Claro que no, diréis, seguro que es algún festival italiano de cine alternativo de ese que te gusta a ti. Pues no, nada que ver. Aunque algo de peli de terror sí que tiene. El Festival de la Pelusa se celebra en mi casa día sí día no, aproximadamente. Eso contando que barremos día sí, día no, para que puedan venir más pelusas a participar y no estén siempre las mismas jetas. A este evento asisten miles de pelusas de todas las partes del mundo, especialmente de Italia. El acto más importante, donde se produce la mayor aglomeración de participantes, es en el pasillo. Los rincones están altamente cotizados por ser lugares donde las pelusas pueden darse el lote y tener inmediatamente pelusitos, expandiendo así la especie pelusil.

Ruru y yo intentamos poner fin a este despendole barriendo y fregando continuamente, pero las pelusas se defienden con uñas y dientes (vale, con pelos y polvo) pegándose a nuestra escoba y a nuestras zapatillas con suela de goma. La escoba no sirve de mucho, porque a veces dudo si hay más pelusas en el exterior o en su interior… y claro, las zapatillas no podemos quitárnoslas porque las pelusas nos morderían los dedos de los pies, que son su comida preferida.

Seguiré investigando sobre este fenómeno, porque no tiene desperdicio. El maravilloso mundo de las pelusas.